Procurar el desarrollo sostenible de una ciudad no resulta antojadizo, por cuanto más del 50% de la población mundial vive en áreas urbanas.
En 1994, se firmó la Carta de las Ciudades Europeas hacia la sostenibilidad (carta de Aalborg), consagrando que la ciudad es la mayor entidad capaz de abordar los numerosos desequilibrios sociales, econo micos, poli ticos, ambientales y de recursos naturales que afectan al mundo moderno, pero es tambie n la unidad ma s pequen a en la que los problemas pueden ser resueltos de manera integrada, holi stica y sostenible. Más de 80 autoridades locales, representantes de gobiernos nacionales, científicos, entre otros, se comprometieron a desarrollar programas de desarrollo sostenible.
Procurar el desarrollo sostenible de una ciudad no resulta antojadizo, por cuanto más del 50% de la población mundial vive en áreas urbanas, y un quinto de esta vive en las grandes urbes, siendo un eje para enfrentar desafíos y desequilibrios expuestos en la carta de Aalborg y al parecer, las grandes metrópolis están mejor preparadas para enfrentar dichos problemas. El derecho a la ciudad emerge como un factor relevante para el respeto de las garantías de sus habitantes.
Europa se ha comprometido a ello, y a pesar de que pequeñas, medianas y grandes ciudades han tenido que reconstruirse y volver a planificarse después distintas guerras, estas se han pensado nuevamente en pro de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y visitantes. En mi opinión, de hacer la vida más simple.
En Alemania, por ejemplo, en pueblos pequeños, ciudades y grandes urbes es posible ver que en su casco antiguo se hace uso recreativo y económico de ríos como el Rin, y con ello de su costanera, las estaciones de buses se ubican de forma accesible a las estaciones de trenes, conectando todo el país, aunque no exento de problemas. En Ámsterdam, tranvías conectan la ciudad con grandes aéreas verdes y centros culturales, siendo pensada y planificada para el uso preferente de bicicletas y recorrido pedestre.
Mi ciudad, Concepción, tiene el potencial para lograr el desarrollo sostenible de sus calles, de su costanera, de contemplar otros tipos de transporte, de recuperar espacios públicos y crear otros nuevos que permitan disminuir factores de inseguridad, desigualdad, discriminación y con ello propender a garantizar el ejercicio de distintos derechos para así mejorar la calidad de vida y cuidar de nuestra salud mental. En definitiva, de tener una vida más simple.
Valeska Benavides
Abogada y ayudante del PEE UdeC